Por primera vez falló mi instinto. Más de un semestre de estar en el momento preciso, en el lugar preciso y tenía que terminar de la peor manera. Al salir del colegio caminé sin fijarme en el rumbo y cuando me percaté de esto era demasiado tarde. Estaba parada frente a la cafetería en la que nos conocimos hace ya muchos meses. Y entonces una corazonada me dijo que tú estabas adentro, sentado en la misma mesa en la que te vi por primera vez. Y después de ese día nos encontramos muchas veces sin concertar una cita, lo único que decíamos era: "Mañana nos encontramos" y así sucedía. Pero no esta noche. Entré al lugar para decepcionarme de mi error. No estabas ahí, en la mesa de la esquina, tu favorita por la falta de luz y la concentración del aroma a café, pero tampoco estabas en otra mesa. El lugar carecía de tu presencia. Entonces salí con la idea en la cabeza de que tenía que encontrarte. Fui a la librería cercana a tu casa pensando que quizá habías decidido leer un libro del cual no eras el dueño y enriquecerlo escribiendo al margen de las páginas. Fui al centro comercial del sur con la idea de que tal vez habías preferido comer entre desconocidos, escuchar conversaciones ajenas y analizar a la gente con sólo mirarla a los ojos. Fui al cine, al restaurante de los ingleses que escuchan ska, fui a la tienda de discos donde se habla italiano costeño, fui a casa de Concurrence, fui al parque de los recuerdos y las verdades, y no te encontré. Y ahora, después de buscarte y fracasar, sé lo que sucede. ¿Es así como terminas todas tus relaciones?